domingo, 6 de septiembre de 2009

Triste (no) historia mínima

Desde poquito después de llegar a España, todos los días cuando iba al super me saludaba el mismo tipo, que estaba en la puerta vendiendo una revista 'de la calle'. Nunca le compré (porque justo el contenido de esa revista es de calidad pobrísima y de ideología agresivamente contraria a todo lo que pienso) pero siempre nos saludamos. Sonrisas y "Hola cómo estás hasta luego", simple pero con sinceridad en ambas partes, alguna vez una mini conversación. No me enteré ni de cómo se llamaba pero me caía super bien el hombre. Joven, africano, obviamente inmigrante porque hablaba con acento muy fuerte, muuuucha cara de buen tipo. Y eso es todo.

Hace un par de semanas en el super en vez de él estaba una mujer y a los días otro hombre vendiendo la misma revista. Supuse que los habían cambiado de lugar y pensé "qué lástima", porque me gustaba nuestro intercambio monótono de sonrisas y saludos.

Hoy, justo después de mis reflexiones ombligocéntricas del post anterior, fui a dar una vuelta y pasé por la puerta del supermercado de nuevo. En la pared, un cartel muy casero escrito en inglés mostraba su foto. Así me enteré que se llamaba Kenny, que era de Nigeria y que "he unexpectedly died on Aug. 22th". Baldazo de agua fría, así como así. Es increíble cómo podés no conocer para nada a alguien pero sentir su pérdida. El cartel invitaba a una reunión tipo "wake" en no sé qué bar de un barrio lejos, pero fue el viernes, ya pasó.

Me gustaría poder contarles su historia a modo de elegía, pero veo que no la sé, no sé nada de él. Así que me contento con lo que puedo: Kenny era de Nigeria, vivía en Madrid y ofrecía una revista en un supermercado de mi barrio. Prestaba atención a las personas que veía todos los días y, aunque no lo llegué a conocer, me parece que era muy buen tipo. Falleció el 22 de agosto de 2009.

Kenny, me hacías arrancar el día con más energía. A veces lo necesitaba y seguro que no soy la única. Gracias. El barrio te va a extrañar.

Domingo

Hoy me siento rara. As in, hoy es muy domingo y te extraño porque re da para cucharita y/o pelis y/o este mate compartirlo. Pero al mismo tiempo la libertad dominguera de todoeldíaparamí, la parte buena del domingo, es más grande cuando estás sola. Es todoeldía para mí y mis pensamientos, para mí y mis cositas, y eso se siente mucho más eufórico, con más sentido, con más importancia, que todoeldíaparadescansarydisfrutar, aunque sea con mimos. Esa euforia te confunde, claro, porque el sentido de "mis cositas" y "mis pensamientos" tiende a desvanecerse con la parte buena del domingo, a medida que empieza a caer el sol. Un día así amanece lleno de opciones y, al atardecer, rarely measures up to ese domingo ideal que tenías en la cabeza.

Es que queremos disfrutar a la fuerza, dice D. H. Lawrence en El amante de Lady Chatterly:
"¡Y la gente! La gente era toda igual, con muy poca diferencia. Todos querían disfrutar a la fuerza, como si quisieran sacar sangre de una piedra. (...) ¡Pobre paisaje! Lo exprimían y exprimían todo una y otra vez, para que produjese diversión. ¿Qué pretendía la gente con su franca determinación de disfrutar?"

Este fragmento tan genial lo saqué de un fotolibro/colección de postales/cajita mágica que me encontré (¿se encontró conmigo?) muy de casualidad un día bizarro en una librería indie de San Telmo. Se llama "Domingo" y según dice fue un proyecto de un taller de Daniel Merle. Amo esta cajita de fotos y reflexiones domingueras muy porteñas. Captura la esencia del domingo, sus bellezas, sus angustias. Y tenía ese delicioso anonimato de casi no tener datos de quiénes hicieron esto, los que entienden mis ansiedades domingueras tan bien (un poco lo que me pasa con TP, ¿de dónde salió esta gente que entiende mis ansiedades políticas tan bien, y después me las explica?). Digo "tenía", porque lo del anonimato se perdió cuando googleé para linkearlos acá. Así que ahí tienen, menos mágico pero mucho más compartible.
Entonces, eso. Es domingo y me siento rara, es domingo y me gusta, es domingo pero quería más. Es domingo y te extraño. Y eso tampoco es casualidad, porque como bien rescata mi cajita mágica, en un momento tal vez über-trágico pero que algunos días se siente tal cual:
"La única función del amor es ayudarnos a soportar las veladas dominicales, crueles e inconmesurables, que nos hieren para el resto de la semana y para la eternidad" Roger Martin Du Gard