martes, 22 de enero de 2008

Visas para besos

Desde hace rato me fascinan los lugares públicos. Los espacios comunes. Bares, bibliotecas, salas de espera, plazas, salas de velorio, aeropuertos. Tiene que formarse un aura especial en esos lugares adonde la gente va porque no tiene adónde ir. Hay mucho que imaginar sobre estos lugares en donde la gente pasa un tiempo largo al lado de desconocidos, cruzando miradas y nada -pero nada- más.

Y hablando de aeropuertos y salas de espera... El otro día junté coraje, junté papeles y me fui a pedir la visa al consulado de USA. Toda una experiencia. En el medio de la espera, los nervios, tratar de entrar en mi mundo y no prestar nada nada de atención a si a ése se la dieron, o no, o qué, por trabajo o por placer, etc.. etc., aproveché la oportunidad para observar the waiting room of all waiting rooms.

Tanto como "lugar público" no sé igual, más bien todo lo contrario a juzgar por los numerosos chequeos de seguridad, incontables reglas y mucha mucha plata que hay que poner tan sólo para que te den turno. Pero bueno, en ese sentido hay como dos categorías en esto de los espacios compartidos. Lugares públicos, los lugares adonde uno va por el espacio, porque no tiene un lugar privado, son una cosa (bibliotecas, bares, plazas). Los lugares públicos más obligados, en los que uno está porque no le queda otra y en donde nadie se queda un segundo más de lo necesario (velorios, salas de espera, halls de entrada, filas), tienen otro carácter. En general alguna combinación de aburrimiento y tensión.

En la gran y poblada sala de espera del consulado, había mucho de las dos cosas. Había todo tipo de personajes, aunque la verdad que esperaba más variedad. Lo mismo con la tensión (que esperaba más, digo). Notable cambio de humor entre los que parados y los sentados. Bien por el que diseñó las sillas, I guess...

Para terminar: Salimos, tanto como novios no sé.